El objetivo de la OTAN es prolongar el conflicto el mayor tiempo posible para evitar que Rusia consiga una victoria clara y desgastarla. Ante la superioridad militar rusa en el frente, la OTAN ha optado por el terrorismo puro y duro. Lo anterior se deduce de las declaraciones del ministro de Defensa de Reino Unido, almirante sir Tony Radakin, al Financial Times [25 de abril], de que hay que intensificar los ataques contra objetivos civiles en la profundidad de Rusia.

Es decir, ataques asimétricos contra infraestructura vital y áreas civiles en Rusia para infligir el mayor daño posible a la población civil rusa para que repudie al presidente Vladimir Putin. Un ejemplo es la destrucción de un edificio residencial de 10 pisos en la ciudad rusa de Belgorod el domingo, que provocó 18 muertos civiles.

A ello parece responder la entrega de sistemas de misiles de largo alcance Atacms a Kiev por EE.UU., y el envío de soldados, instructores e ingenieros militares de la OTAN que ayuden a las tropas ucranias a luchar contra Rusia, como volvió a reconocer el primer ministro de Polonia, Donald Tusk; lo que, según la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zajarova, confirma que Occidente está librando una guerra híbrida contra el Kremlin.

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Un día después [el 7 de mayo], en su toma de posesión para un quinto mandato, un sereno e imperturbable presidente Putin aseguró que Rusia y sólo Rusia determinará su propio destino. Y añadió que el Kremlin no rechaza dialogar con Occidente sobre seguridad y estabilidad estratégica, pero sólo en pie de igualdad.

Implícitamente, ratificó que la guerra se acabará cuando Moscú diga y que lo único que hay que negociar es la modalidad de rendición de Zelensky, el presidente de Ucrania. Y si la OTAN, que obedece a las órdenes del Pentágono y la Casa Blanca, decide involucrarse con tropas de manera directa en Ucrania, la respuesta será devastadora. En el lenguaje para nada críptico del vicedirector del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvedev, ninguno de ellos (Jeffries, Macron y Cameron) podrá esconderse ni en el Capitolio, ni en el Palacio del Eliseo, ni en Downing Street 10. Ocurrirá una catástrofe mundial.

En ese contexto, soldados de la OTAN que participan del simulacro militar con componentes nucleares “Steadfast Defender” 2024 (Defensa Inquebrantable), que se extiende desde los estados bálticos hasta los Balcanes, imitaron el asalto a posiciones rusas y se declararon listos para luchar contra la “amenaza” de Moscú.

El objetivo político-militar de las maniobras de la OTAN es debilitar y fragmentar a Rusia en un futuro cercano: ante el hecho de que Kiev va a tener que firmar algún acuerdo de paz o continuar la guerra y seguir perdiendo territorios, la OTAN se prepara para tratar de vencer a Rusia y de paso busca justificar el incremento del gasto militar en los países miembros y la política de militarización de las relaciones internacionales.