En el periodismo deportivo también hay muchos Rubiales. Por eso no las hemos sabido explicar, porque el dique, el sesgo machista -cuando no misógino- estaba, está, también en las redacciones. El Barça celebró una comida de Navidad y me tocó en la mesa con un directivo con el que no había coincidido nunca y que no paró de hacer comentarios sexistas, supuestas bromas, chascarrillos, ante los que mis colegas se carcajeaban. El directivo soltó: «¡Vaya tetas!» Y todos rieron. Ahí estallé y exclamé, iracunda, que cuando mi compañera volviera a la mesa se lo dijera a la cara. El silencio fue brutal